Me siento triste
¿Has sentido la tristeza y además la culpa por sentirte así?, en este post vamos a hablar sobre la utilidad de esta emoción y cómo gestionarla para que no nos afecte más allá de lo necesario.
En la actualidad todo el mundo sabe en qué consiste la inteligencia emocional y la importancia que tiene hacer una gestión adecuada de las emociones.
Estamos inundados de consejos para ser más felices y cómo promover un pensamiento positivo. Tanto es así que el día en el que nos invade por ejemplo la tristeza, nos sentimos mal, primero por el sentimiento de pena y segundo por no estar sonrientes, alegres y que no fluyan pensamientos positivos.
La tristeza, al igual que la alegría es una emoción, y todas las emociones tienen una función, el problema está cuando persiste sin motivo aparente. Cuando aparece la tristeza ante una pérdida, este estado emocional nos invita a la reflexión, a asimilar y aceptar la situación.
En mindfulness se recomienda reconocer la emoción que sentimos, sin juzgarla, aceptándola tal cual. Sin suprimirla o luchar contra ella, prestando atención plena.
Además, sin el sabor de la tristeza ¿nos sabría tan bien la alegría?.
A pesar de que la tristeza tiene mala prensa, también ha inspirado a muchos, aunque sea para evitar que entre en su morada.
ODA A LA TRISTEZA TRISTEZA, escarabajo de siete patas rotas, huevo de telaraña, rata descalabrada, esqueleto de perra; Aquí no entras. No pasas. Ándate. Vuelve al Sur con tu paraguas, vuelve al Norte con tus dientes de culebra. Aquí vive un poeta. La tristeza no puede entrar por estas puertas. Por las ventanas entra el aire del mundo, las rojas rosas nuevas, las banderas bordadas del pueblo y sus victorias. No puedes. Aquí no entras. Sacude tus alas de murciélago, yo pisaré las plumas que caen de tu manto, yo barreré los trozos de tu cadáver hacia las cuatro puntas del viento, yo te torceré el cuello, te coseré los ojos, cortaré tu mortaja y enterraré tus huesos roedores bajo la primavera de un manzano.
Pablo Neruda
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Sonia Treviño
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